En una noche despejada, en el pequeño pueblo de Valle Verde, los habitantes se reunían en el parque para observar las estrellas. Todos estaban emocionados, ya que esa noche se esperaba una lluvia de estrellas fugaces.
Entre la multitud se encontraba Sofía, una niña curiosa y soñadora. Sofía siempre había deseado ver una estrella fugaz y pedir un deseo. Mientras miraba al cielo, una brillante estrella fugaz cruzó el firmamento. Sofía no dudó y cerró los ojos con fuerza para pedir su deseo en silencio.
Al abrir los ojos, Sofía vio algo increíble. La estrella fugaz había caído del cielo y estaba en el suelo, justo frente a ella. Con cuidado, Sofía recogió la estrella y notó que emanaba una luz cálida y reconfortante.
Decidió llevar la estrella a su casa y cuidarla. Para su sorpresa, la estrella era mágica y le concedía deseos. Sofía pidió que su pueblo tuviera siempre paz, que los enfermos se sanaran y que los sueños de los niños se hicieran realidad.
Con el paso de los días, el pueblo de Valle Verde se transformó en un lugar lleno de armonía y alegría. Todos notaron el cambio, pero nadie sabía que la estrella fugaz y los deseos de Sofía estaban detrás de todo.
Sofía guardó la estrella en un lugar especial y cada noche, antes de dormir, le agradecía por hacer del mundo un lugar mejor. Desde entonces, la estrella fugaz brillaba en su corazón, recordándole el poder de los deseos y la importancia de creer en la magia.